lunes, 20 de agosto de 2012

Mirror


Sentado en una sala a oscuras, con una lámpara deslumbrándole y sintiendo esos ojos que tanto conocía clavados en su cara. Pidiendo ayuda desde hacía días y sin recibir ninguna respuesta, solo acusaciones y miradas de desdén.
Se sentía encerrado y atado, se veía demacrado en el cristal que ocultaba las caras de los conocidos que vivían sus vidas al otro lado.
Necesitaba que le tendiese la mano y que, por fin, volviese a sentirse quien había sido siempre. Le dolía pensar que aquel que lo observaba no entendiese que necesitaba las sonrisas y las palabras que habían compartido semanas atrás, y que habían desaparecido de repente.

Abrió los ojos y miró por la ventana, aquel árbol arañando el cristal y las mantas aplastando su cuerpo más que de costumbre. Miró el reloj y se sorprendió al ver que solo habían pasado 3 horas desde que se había acostado para evitar los sentimientos que lo habían bombardeado después de que se diese cuenta de que las palabras no hacían ningún efecto sobre su compañero. Giró y se encontró con los ojos que lo observaban a través del cristal minutos antes, en sus sueños, pero esta vez con menos hostilidad.

-¿Qué soñabas?

-Un sueño que se me repite cada noche, pero que no tiene demasiada importancia.

-Bueno, pues vuelve a cerrar los ojos y duérmete.

Sabía que no serviría de nada explicarle todo aquello que le daba miedo, que le perseguía todas las noches y cada vez que tenía más tiempo de lo normal para pensar.
Le hizo caso y cerró los ojos. Al momento volvía a encontrarse en aquella habitación que se había vuelto tan familiar, pero aquella vez no estaba atado y se veía más luz al otro lado del cristal pero los ojos marrones seguían allí.
Le dio un ataque de valentía,  se acercó al cristal y le dio un puñetazo.

-Ayúdame, por favor.

martes, 14 de agosto de 2012

Paper plane.

Más de media hora acostada y aun no había conseguido conciliar el sueño. Se le hacía difícil dejar de pensar en todo lo que había pasado ese verano y en lo duro que se le haría volver a la rutina cuando acabase ese mes.
Se oía el ruido de los coches desde la ventana, la gente riendo y disfrutando de lo que quedaba de noche. Uno de esos coches aparcó justo debajo de su balcón, abrió la puerta y dejo salir el sonido de la música al máximo volumen. Los chicos que iban dentro del coche reian y bromeaban unos con otros, y entre esas voces le pareció distinguir la de él. Se hizo un silencio y comenzó a sonar "Hasta que pase la tormenta" acompañada de su voz.
Ella saltó de la cama sin acabar de creerselo y se asomó a la ventana, pero desde allí solo podía ver el reflejo de los focos del coche. Salió corriendo hacia el balcón, donde se encontró a tres chicos subidos en el capó del coche, y uno de ellos cantando como si le fuese la vida en ello. Él la vio salir al balcón y aun así no dejó de cantar hasta que acabó la canción. La chica entró en la casa y salió a los pocos minutos con un papel en la mano. Lo dobló y lo conviertió en un avión, que dejó caer hasta los tres chicos.
Él abrió el avión y pudo ver como dentro estaba escrito ese "Te quiero" que tanto le gustaba.