Sentado en una sala a oscuras, con una lámpara deslumbrándole
y sintiendo esos ojos que tanto conocía clavados en su cara. Pidiendo ayuda
desde hacía días y sin recibir ninguna respuesta, solo acusaciones y miradas de
desdén.
Se sentía encerrado y atado, se veía demacrado en el cristal que ocultaba las caras de los conocidos que vivían sus vidas al otro lado.
Necesitaba que le tendiese la mano y que, por fin, volviese a sentirse quien había sido siempre. Le dolía pensar que aquel que lo observaba no entendiese que necesitaba las sonrisas y las palabras que habían compartido semanas atrás, y que habían desaparecido de repente.
Se sentía encerrado y atado, se veía demacrado en el cristal que ocultaba las caras de los conocidos que vivían sus vidas al otro lado.
Necesitaba que le tendiese la mano y que, por fin, volviese a sentirse quien había sido siempre. Le dolía pensar que aquel que lo observaba no entendiese que necesitaba las sonrisas y las palabras que habían compartido semanas atrás, y que habían desaparecido de repente.
Abrió los ojos y miró por la ventana, aquel árbol arañando
el cristal y las mantas aplastando su cuerpo más que de costumbre. Miró el
reloj y se sorprendió al ver que solo habían pasado 3 horas desde que se había
acostado para evitar los sentimientos que lo habían bombardeado después de que
se diese cuenta de que las palabras no hacían ningún efecto sobre su compañero.
Giró y se encontró con los ojos que lo observaban a través del cristal minutos
antes, en sus sueños, pero esta vez con menos hostilidad.
-¿Qué soñabas?
-Un sueño que se me repite cada noche, pero que no tiene
demasiada importancia.
-Bueno, pues vuelve a cerrar los ojos y duérmete.
Sabía que no serviría de nada explicarle todo aquello que le
daba miedo, que le perseguía todas las noches y cada vez que tenía más tiempo
de lo normal para pensar.
Le hizo caso y cerró los ojos. Al momento volvía a encontrarse en aquella habitación que se había vuelto tan familiar, pero aquella vez no estaba atado y se veía más luz al otro lado del cristal pero los ojos marrones seguían allí.
Le dio un ataque de valentía, se acercó al cristal y le dio un puñetazo.
Le hizo caso y cerró los ojos. Al momento volvía a encontrarse en aquella habitación que se había vuelto tan familiar, pero aquella vez no estaba atado y se veía más luz al otro lado del cristal pero los ojos marrones seguían allí.
Le dio un ataque de valentía, se acercó al cristal y le dio un puñetazo.
-Ayúdame, por favor.